29/7/10

Cuestión de cuernos

CESÁREO JARABO | El parlamento de la taifa catalana, falto de asuntos sociales que acometer, dedica sus esfuerzos a aquello para lo que mejor está cualificado: descuartizar España. Es algo que hace al alimón con el resto de políticos, no nos engañemos.

La verdad es que no merece la pena atender a las genialidades de los parásitos. Es preferible dedicarse a destapar las mamarrachadas de las que son capaces... y a destapar, también, sus muy nutridas prebendas, todas a costa del sufrido pueblo español, que se muestra incapaz de desparasitarse.

Pero sus mamarrachadas van inequívocamente dirigidas a dar muerte al cuerpo que parasitan, lo cual nos indica, además, la terrible estupidez que ocupa sus secos cerebros.

La penúltima genialidad que han dado a luz, a bombo y platillo, no ha sido otra que declarar ilegales las corridas de toros en Cataluña... Mañana nos pueden prohibir comer carne, beber vino o cualquier otra genialidad... La que quieran. Pero bueno, ¿no nos han vendido como un gran progreso la supresión de garantías laborales preexistente a la democracia? Pues, ¿y el aborto?... ¿No nos han vendido como la mejor de las ventajas haber liquidado el patrimonio del INI... de los Sindicatos Verticales... y el habernos abocado a una deuda colectiva que no podrá ser cubierta no ya por nosotros, sino tan siquiera por nuestros bisnietos? Lo dicho, las mamarrachadas de los mamarrachos parecen no tener fin.

La penúltima mamarrachada que nos ocupa va de cuernos. Hasta ahora, y desde tiempo inmemorial (antaño como ejercicio militar), el toreo ha significado un arte propio en el que se enfrentaban dos enemigos nobles: el hombre y el toro. La cosa estaba clara; uno de los dos contendientes tenía cuernos.

Ahora la cuestión es otra, porque del mismo modo que los burros han sido casi exterminados como consecuencia de su casi nula utilidad laboral, el toro de lidia, si no lo remediamos, sufrirá el mismo destino. Gran logro. Así, del mismo modo que los burros ya casi no son competencia de los políticos, también la testuz del noble toro dejará de competir con ellos.

Buena lógica.

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