13/12/01

Un aplauso al Cardenal Rouco Varela

CESÁREO JARABO JORDÁN | Es necesario y conveniente que los pastores de la Iglesia tomen partido decidido y marque, si no el camino que los cristianos debemos seguir en el terreno político (lo cual siempre ha resultado insufrible: aún recuerdo cuando un cura desde el púlpito instaba a votar sí en el referéndum de 6 de Diciembre de 1978), sí los caminos que bajo ningún concepto pueda seguir un cristiano.

Me parece mentira, y hasta poco aceptable, que los pastores eludan su responsabilidad, porque no es cierto que la doctrina permita cualquier ideología política. Tal extremo es tan solo una falacia de los enemigos de la Iglesia y de los enemigos de Dios.

Días pasados, cuando de manera virulenta atacaba al PP, diciendo de él que es ateo, antiespañol, antifamiliar y liberal, una persona inequívocamente católica venía a decirme que no tenía derecho a decir tal cosa.

Yo me reafirmo en lo dicho, y basándome en el Evangelio, me dedico a conocerlos por sus hechos.

Y es que el sistema en el que estamos, per se, es ateo (no aconfesional, que mi ideal de Estado pasa por ahí). Es ateo y contrario al espíritu humano y a la familia.

Ahora, como un hito más, los políticos del sistema (de derecha, de centro, de izquierda… ¡qué más da!) formulan leyes por momentos más y más contra natura. Y eso, es contrario al espíritu cristiano; ataca en la base a la doctrina cristiana, a la conformación de la sociedad humana, y por tanto, no es una cuestión opinable, y como consecuencia, sí tengo derecho a despotricar, desde mi postura católica, apostólica y romana, contra el partido ateo que tal uestión formule, por mucho que el citado partido sea popular, o antipopular. Sencillamente me da igual.

Creo que la jerarquía de la Iglesia, de una vez por todas, debe perder el miedo a predicar la doctrina de Jesuscristo; creo que debe perder el miedo a llamar al pan, pan y al vino, vino. Creo que debe decir, fuerte y claro, y para que nadie se engañe, incluido el que suscribe, y en particular el que suscribe, lo que está permitido y lo que está prohibido a un católico, indicando, con nombre y apellidos, los partidos políticos a los que un católico pueda apoyar, sin temor a apoyar algo contrario a la fe. Y si no hay partidos que tal cumplan, que nos atengamos a las consecuencias…

Porque no es cierto que la Iglesia deba desentenderse de estos asuntos, del mismo modo que no es cierto que deba desentenderse de la formación espiritual y humana, de la formación moral, de la televisión, de la prensa… y de toda cuestión que pueda influir, positiva o negativamente en su grey.

¡Que cada palo aguante su vela!. Y la vela de los pastores de la Iglesia no es otra que dar luz en la oscuridad. Luego cada uno hará lo que quiera, y será cuestión de su conciencia, pero lo que no es admisible es que alguien eluda su responsabilidad. Sea grumete o capitán, el barco depende de él.

Un padre debe evitar que su hijo meta los dedos en un enchufe, o que beba lejía… Cuando el hijo es mayor, podrá beber la lejía si quiere, pero el padre sigue teniendo la obligación de decir que no lo haga.

Y si elude la responsabilidad, es un padre desnaturalizado… y si no le dice exactamente, sin lugar a dudas, lo que es correcto y lo que es incorrecto, quién hace bien y quién hace mal con nombres y apellidos, es un padre desnaturalizado.

Vamos, que los fieles debemos pedir a la jerarquía eclesiástica que salga a la palestra a dar luz. Más luz, mucha más luz.

Justo lo contrario de lo que pretenden los políticos, que en la oscuridad manipulan, explotan, engañan, violan…

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