CESÁREO JARABO JORDÁN | La sociedad necesita una serie de servicios, desde la acometida de aguas hasta la retirada de basuras, el mantenimiento de orden público, la educación de los menores y la protección de la familia, y el Ayuntamiento es responsable de gran parte de esos servicios.
Para cubrirlos, esos mismos Ayuntamiento, o las instancias que en cada momento intervengan, precisan de un apoyo financiero que, inexorablemente, procede de los impuestos.
Los impuestos son, en definitiva, una necesidad para el mantenimiento de las estructuras sociales. Remarco: una necesidad para el mantenimiento de las estructuras sociales.
Por otra parte, puede llegar a ser comprensible que los ediles encargados de la administración de la res pública reciban una compensación económica media como contraprestación a su dedicación, emolumentos que deben ser prudentes, y que por lógica deben ser con cargo a los mismos impuestos.
Lo que bajo ningún punto de vista es comprensible es que los impuestos crezcan de una manera desordenada, u ordenada a satisfacer los caprichos de quién detenta la administración, en cuyo caso pasa de administrador a tirano.
Llegados a este punto, podemos seguir por distintos derroteros, y uno de ellos puede ser el de la seguridad ciudadana; otro, el de la educación, y otro, por supuesto, el relacionado en general con las familias, que interesa directamente en los dos anteriores.
Las familias, por pura naturaleza, son el ente primigenio y esencial de la sociedad, ente al que deben estar dirigidos todos los esfuerzos de la administración, siendo tal esta necesidad que, si no se produce esa atención especial (sea porque crece la delincuencia, sea porque los niños no pueden disfrutar de las instalaciones públicas por estar invadidas por delincuentes o drogadictos, sea porque la calidad de la educación baja de manera alarmante, o sea porque los impuestos impiden el normal desarrollo de una familia), se infiere que la sociedad está padeciendo una tiranía.
Hoy, la familia, en España, es un bien escaso; los niños son seres extraños que se ven ocasionalmente; las mujeres embarazadas son seres de otro planeta, y como consecuencia, las leyes, los impuestos, los colegios, la legislación y el orden público no tienen en cuenta estas circunstancias.
Consecuencia de ello es que las familias, y particularmente las familias numerosas, están padeciendo lo que podemos calificar de persecución fiscal, administrativa, educativa y de orden público.
Parece, no obstante, que últimamente los políticos se están dando cuenta de esta circunstancia, y no se sabe la razón, pero tímidamente parecen ser conversos en la defensa de la familia, y empiezan a decir que los nuevos impuestos (sobre los carburantes, sobre las basuras… sobre todo lo que represente un mayor ingreso para las arcas públicas. ¿públicas?) sean más considerados con las familias, sobre todo si son numerosas.
Bien, no está nada mal, porque esta iniciativa de los políticos es el nada desdeñable grano de arena, imprescindible para cubrir el socavón ocasionado por los agravios a que tan acostumbrados nos tienen a las familias. Esperemos que el grano de arena sea efectivo, y esperemos que tras el grano de arena llegue el cargamento de arena necesario para tapar el socavón.
Para cubrirlos, esos mismos Ayuntamiento, o las instancias que en cada momento intervengan, precisan de un apoyo financiero que, inexorablemente, procede de los impuestos.
Los impuestos son, en definitiva, una necesidad para el mantenimiento de las estructuras sociales. Remarco: una necesidad para el mantenimiento de las estructuras sociales.
Por otra parte, puede llegar a ser comprensible que los ediles encargados de la administración de la res pública reciban una compensación económica media como contraprestación a su dedicación, emolumentos que deben ser prudentes, y que por lógica deben ser con cargo a los mismos impuestos.
Lo que bajo ningún punto de vista es comprensible es que los impuestos crezcan de una manera desordenada, u ordenada a satisfacer los caprichos de quién detenta la administración, en cuyo caso pasa de administrador a tirano.
Llegados a este punto, podemos seguir por distintos derroteros, y uno de ellos puede ser el de la seguridad ciudadana; otro, el de la educación, y otro, por supuesto, el relacionado en general con las familias, que interesa directamente en los dos anteriores.
Las familias, por pura naturaleza, son el ente primigenio y esencial de la sociedad, ente al que deben estar dirigidos todos los esfuerzos de la administración, siendo tal esta necesidad que, si no se produce esa atención especial (sea porque crece la delincuencia, sea porque los niños no pueden disfrutar de las instalaciones públicas por estar invadidas por delincuentes o drogadictos, sea porque la calidad de la educación baja de manera alarmante, o sea porque los impuestos impiden el normal desarrollo de una familia), se infiere que la sociedad está padeciendo una tiranía.
Hoy, la familia, en España, es un bien escaso; los niños son seres extraños que se ven ocasionalmente; las mujeres embarazadas son seres de otro planeta, y como consecuencia, las leyes, los impuestos, los colegios, la legislación y el orden público no tienen en cuenta estas circunstancias.
Consecuencia de ello es que las familias, y particularmente las familias numerosas, están padeciendo lo que podemos calificar de persecución fiscal, administrativa, educativa y de orden público.
Parece, no obstante, que últimamente los políticos se están dando cuenta de esta circunstancia, y no se sabe la razón, pero tímidamente parecen ser conversos en la defensa de la familia, y empiezan a decir que los nuevos impuestos (sobre los carburantes, sobre las basuras… sobre todo lo que represente un mayor ingreso para las arcas públicas. ¿públicas?) sean más considerados con las familias, sobre todo si son numerosas.
Bien, no está nada mal, porque esta iniciativa de los políticos es el nada desdeñable grano de arena, imprescindible para cubrir el socavón ocasionado por los agravios a que tan acostumbrados nos tienen a las familias. Esperemos que el grano de arena sea efectivo, y esperemos que tras el grano de arena llegue el cargamento de arena necesario para tapar el socavón.
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