CESÁREO JARABO JORDÁN | Soy padre de familia numerosa que se preocupa por la formación de sus hijos. Consecuencia de ello es la constante preocupación por las agresiones que de todo tipo y desde muchos ángulos disparan contra ellos malandrines disfrazados de defensores de la libertad.
Normalmente, y como resulta prácticamente imposible evitar que se envenenen con la programación televisiva, cuando puedo hacerlo, me siento en un ángulo de la habitación, a leer o a escribir, mientras ellos reciben su ración de veneno visual, trasegando alguna película o alguna serie con las que son atacados intelectualmente. De ese modo aprovecho para remarcar las falacias con que constantemente son bombardeados, y si es necesario, como en bastantes ocasiones sucede, impongo mi autoridad y los aparto (no sin lucha) del peligro que generalmente representa situarse delante de esa escopeta llamada televisión.
Pero anoche, jueves 12 de Julio, cuando me disponía a actuar de la manera descrita, acabé sentándome con ellos y disfrutando de la película. Y es que no era para menos... ¡La película tenía valores!.
No sé el título, pero era en TV3, y la hora pasaba de las 10 de la noche. Se trataba de un chico de gran corpulencia y corto cerebro, y de otro chico con un gran cerebro, una gran inteligencia y un cuerpo deforme.
La conjunción de los dos, y la proclamación de valores caballerescos, les llevaba a realizar cosas que si en otros tiempos y en otras circunstancias pueden tener la categoría de “normalidad”, en la sociedad que vivimos tienen la categoría de heroicos. ¡Ayudaban a la gente!. ¡Eran capaces de decir la verdad!... Y el chico de gran corpulencia acabó teniendo capacidad de criterio.
Una película gratificante y ejemplar. Supongo que esto, a TV3, le costará alguna sanción compensatoria por emitir algo tan radicalmente opuesto al veneno televisivo que el sistema exige para controlar la sociedad; veneno a que nos tienen tan acostumbrados todas las cadenas y a todas horas. Desde aquí mi felicitación y extrañeza por semejante heroicidad.
Normalmente, y como resulta prácticamente imposible evitar que se envenenen con la programación televisiva, cuando puedo hacerlo, me siento en un ángulo de la habitación, a leer o a escribir, mientras ellos reciben su ración de veneno visual, trasegando alguna película o alguna serie con las que son atacados intelectualmente. De ese modo aprovecho para remarcar las falacias con que constantemente son bombardeados, y si es necesario, como en bastantes ocasiones sucede, impongo mi autoridad y los aparto (no sin lucha) del peligro que generalmente representa situarse delante de esa escopeta llamada televisión.
Pero anoche, jueves 12 de Julio, cuando me disponía a actuar de la manera descrita, acabé sentándome con ellos y disfrutando de la película. Y es que no era para menos... ¡La película tenía valores!.
No sé el título, pero era en TV3, y la hora pasaba de las 10 de la noche. Se trataba de un chico de gran corpulencia y corto cerebro, y de otro chico con un gran cerebro, una gran inteligencia y un cuerpo deforme.
La conjunción de los dos, y la proclamación de valores caballerescos, les llevaba a realizar cosas que si en otros tiempos y en otras circunstancias pueden tener la categoría de “normalidad”, en la sociedad que vivimos tienen la categoría de heroicos. ¡Ayudaban a la gente!. ¡Eran capaces de decir la verdad!... Y el chico de gran corpulencia acabó teniendo capacidad de criterio.
Una película gratificante y ejemplar. Supongo que esto, a TV3, le costará alguna sanción compensatoria por emitir algo tan radicalmente opuesto al veneno televisivo que el sistema exige para controlar la sociedad; veneno a que nos tienen tan acostumbrados todas las cadenas y a todas horas. Desde aquí mi felicitación y extrañeza por semejante heroicidad.
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