4/5/01

La familia feliz

CESÁREO JARABO JORDÁN | A las personas inteligentes de ayer, de hoy y de siempre, les ha importado bien poco ser moderno o antiguo; sencillamente, si además de ser inteligentes son honestas, defienden las cosas justas, caiga quien caiga, y si tienen que caer asesinados, caen.

A las personas deshonestas, de ayer, de hoy y de siempre, bien al contrario, sean inteligentes o sean estúpidas, siempre se les ha observado una marcha bien distinta de las personas inteligentes y honestas. Así, las personas deshonestas inteligentes, defienden conceptos sociales, familiares, laborales, humanos…, conforme aquella situación que a ellas les resulta más beneficiosa, aún siendo conscientes del mal que están provocando a las personas y a la sociedad; y las personas estúpidas y deshonestas, sencillamente siguen la estela de los inteligentes deshonestos.

Finalmente las personas honestas sin más, siguen alternativamente a uno de los dos grupos anteriores, sirviendo de carne de cañón cuando quién domina es deshonesto, y disfrutando del bien cuando quién domina es honesto. Honradamente, siguiendo a los grandes pensadores, creo que es el grupo inmensamente mayoritario de la sociedad.

Hechas estas premisas, paso a comentar la opinión del Sr. Vicente Verdú, publicada en El País el pasado 30 de Noviembre.

Ni qué decir que, a quién suscribe, El País no le publica una opinión ni pagando.

No tiene desperdicio la opinión del citado señor. Podría debatir la misma, palabra a palabra, letra a letra. Tal es la colección de… ¿sandeces? (tal vez sí, seamos benévolos) que el señor Verdú vierte en su perorata sin principios, aunque con clarísimos fines.

Empieza el Sr. Verdú, para no asustarnos, mintiendo. Dice el Sr. Verdú que a finales de los años 60 no se era de verdad moderno si no se era antifamiliar. Tal ¿sandez?, debe decirla desde una posición que en su momento debía ser marginal, o ajena a España. En España se ha empezado a combatir a la familia desde el gobierno de la UCD; se concretó un primer ataque con la formalización de la ley del divorcio, siendo redondeado el ataque, primeramente fiscal, y escudándose en que, caso de contemplar ayudas a la familia, la oposición, en ese momento el PSOE, pondría el grito en el cielo (…o en el infierno). El caso es, que entre todos la mataron y ella sola se murió.

Inmediatamente, el Sr. Verdú sigue con otra ¿sandez? Diciendo que “para abrir brecha en el porvenir del mundo era preciso romper con la barrera familiar”… Sin comentarios.

Dice otra ¿sandez? al afirmar que “la familia era menos una ambientación funcional que una segunda escuela o incluso una iglesia. Ahora, rescatada de sus escombros, es un paraje y hasta un hotel con encanto.”

Vamos a ver, señor Verdú, eso de “hotel”, ¿es con “h” o es con “m”?. En cualquier caso será en su casa, claro. Ahí no pongo la más mínima duda, pero lo que es en casa de las familias, el hogar (¿sabe lo que es el hogar, Sr. Verdú?) no es ni por asomo un hotel… En un hogar, hay amor; en un hogar, hay comprensión; en un hogar, hay hasta peleas; en un hogar, y aunque con esta m. de sociedad que a usted tanto le gusta, cueste, hay disciplina; y en un hogar, por supuesto, hay escuela y hay iglesia, mal que le pese. Y por supuesto, es enfermería y mortuorio, es recinto de paz, y por supuesto se educa en la libertad que usted no tiene capacidad de comprender, y en una trascedencia que, por supuesto, tampoco pretendo que intente llegar a entender.

Sigue diciendo ¿sandeces? el Sr. Verdú. Dice el Sr Verdú que “no importa que los divorcios y las separaciones aumenten”. También identifica el hogar con la vivienda. ¡Pobre señor Verdú!… Señor Verdú, ¿tiene Vd. parentesco con el Capitán Garfio?

Las ¿sandeces? del Sr. Verdú parecen no tener fin. Dice el Sr Verdú que “contra toda la mitología de la familia nuclear nunca la familia ha gozado como hoy de más capacidad para ser feliz” Y es que, podría continuar el Sr Verdú diciendo, las familias encuentran la felicidad en la persecución que sufren por parte de todas las instituciones democráticas.

Esa felicidad, para el Sr. Verdú, radica en que “frente a la rigidez jerárquica de antaño, la paternidad ha abierto una holgura y contra la severidad de los horarios el día se ha dilatado… familia y libertad eran antagónicas”. Insisto, lo que el Sr. Verdú necesita es una madre. No ha entendido nada de nada. ¿Es huérfano el Sr. Verdú? ¿Ha sido maltratado de niño?, ¿qué problemas psicológicos tiene el Sr. Verdú?. Le aconsejo muy en serio que vaya a visitar a un sacerdote.

Siguiendo en su sarta de ¿sandeces?, el Sr. Verdú dice que los jóvenes no se emancipan ahora como se emancipaban antes, porque el ámbito de familia “es más humano y placentero”. Señor Verdú, ya sé que le costará, pero ¿puede pensar un poco lo que ha escrito?. Los jóvenes no se emancipan porque la sociedad que hoy padecemos, y que Vd. ha colaborado en imponer, niega a esos jóvenes la capacidad de emanciparse; les encarece la vida de manera tan atroz que no les deja resquicio, y les induce al hedonismo, a la molicie, a…

Ascendiendo en el monte de la ¿sandez?, el Sr Verdú se atreve a poner en duda que la familia sea la célula madre de la sociedad. ¿sabrá el sr Verdú lo que es la sociedad?, ¿sabrá el Sr. Verdú lo que es la familia? ¿Tiene familia el Sr. Verdú?

Vamos, señor Verdú, ánimo, que es francamente difícil decir tantas ¿sandeces? en tan poco espacio.

¿Ha mirado de presentarse como candidato para el libro Guiness de las marcas?

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