21/5/01

Carta a las salas de cine

Muy señores nuestros:

Somos las familias numerosas el 25% de la población, y potencialmente el 50% de su clientela, y el motivo de la presente es manifestarles nuestra preocupación por las formas usadas en las salas de proyección.

Podemos llegar a entender que en esas salas se proyecten películas pornográficas, pero lo que no entendemos bajo ningún concepto es que a quienes vayan a ver una película pornográfica se les proyecte, como entremés, Bambi, por ejemplo.

Del mismo modo, cuando se señala la calificación de una determinada película, entendemos que se hace para velar por la salud mental de aquellos que puedan acceder a contemplarla. Cuando se aborda la creación de una de ellas, se atienden determinadas circunstancias según el público objetivo de la misma. Así, cuando se acomete la creación de una película infantil, se usan unos argumentos acordes a quienes van a ser sus espectadores, que no es lógico se vean contaminados a la hora de ser proyectados.

Por tanto, les rogamos a Vdes., a quienes suponemos miembros de alguna familia, que consideren la cuestión planteada, y tengan en cuenta a la población infantil, con quien tanta posibilidad de negocio tienen, y extremen su pulcritud a la hora de proyectar una película infantil, evitando a toda costa que la misma se vea rodeada de anuncios procaces de películas con temática fuerte y no acorde a la idiosincrasia de los espectadores objetivo.

Sin otro particular, y en la confianza de encontrar la comprensión y el cambio de actitud por su parte, les saludo muy atentamente.


Cesáreo Jarabo Jordán

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