14/4/10

La garza superlativa

CESÁREO JARABO JORDAN | Quería hablar de las ratas, pero a última hora he preferido hablar de otros parásitos: las garzas superlativas. Y es que las garzas, que a mi parecer son aves muy agradables, dejan de serlo y se convierten en parásito cuando alguna de ellas adopta forma superlativa y se imagina que con su vuelo está por encima del bien y del mal.

Esa garza superlativa debe ser abatida, para el bien de la humanidad, y hay que felicitar al cazador que efectúa un certero disparo.

No obstante, la garza superlativa no es sino la avanzadilla, una pequeña parte, del ejército de parásitos que ya tiene esquilmado todo el granero y arruinadas todas las cosechas.

Justamente la ausencia de producto a esquilmar es lo que más altera a los parásitos que, faltos de campos y graneros para invadir, concentran en el cazador toda su inquina.

En el ejército de parásitos es la garza superlativa la encargada de otear, pero ni es el único parásito ni se encuentra sola en su labor. No olvidemos a las ratas.

Durante más de tres decenios, los parásitos han liquidado todo lo que tenía España; todas las reservas y toda la sementera... en todos los ámbitos, hasta el extremo que los parasitados, los españoles, nos reconocemos incapaces de una mínima regeneración. No tenemos ni tan siquiera memoria para recordar que estos mismos parásitos, en los años treinta del pasado siglo hicieron lo mismo; se comieron todo, asesinaron sin ningún tipo de rubor, destruyeron lo que a su paso encontraron, y si no hicieron más fue porque el pueblo español se armó y los persiguió hasta sus madrigueras.

Se hace necesario un nuevo rearme del pueblo español y un enfrentamiento directo, abierto y decidido contra los parásitos si acaso deseamos seguir sobreviviendo.

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