10/4/10

Genocidio

CESÁREO JARABO JORDAN | La cuestión va de genocidio, y en este asunto, el genocida, lo que pretende es demostrar que el genocida es la víctima, mientras que el verdugo, el genocida, se presenta como “libertador”.

Siendo así, la cuestión es manifiesta; ¿quién es el genocida?, ¿quién en tiempos perpetró una persecución religiosa que ha pasado a los anales de la historia?, ¿o quién le venció por las armas?; ¿quién ha modificado sus métodos de exterminio y ahora los presenta como “logros” de libertad?, ¿o quienes luchan contra el genocidio legal?... Pero lo que importa en una sociedad sumida en la estupidez, en la contraeducación y en el hedonismo, es lo que más veces y con más intensidad se diga; en definitiva, no la verdad, que sigue siendo independiente, sino la voluntad de quién tiene el poder: en este caso, el genocida.

Hoy el genocidio ha alcanzado límites insospechados, y hoy el genocidio está amparado por la ley impuesta por aquellos que en otra época aplicaron el genocidio con otros métodos, sin leyes, con tiros en la nuca, con chekas y otras lindezas, y hoy, justamente hoy, esos mismos artistas del genocidio y de la contraeducación, poseedores de todos los medios (económicos, de difusión, de manipulación....) no dudan en proclamar que los asesinados son los genocidas... Y la gente, sumida en la más profunda de las inculturas, atiende las explicaciones dadas... y se muestra incapaz de opinar.

El asunto no es el “y tú mas”; ese asunto es entre ellos (derecha, izquierda, centro... lo que sea). El asunto es vital, sí, nos va la vida en ello; el asunto es que cada cual, cada hijo de vecino, antes de proclamar quién es el genocida (ellos dicen que somos los humanistas, y nosotros decimos que son ellos), libre de complejos y abierto a la verdad, se decida a ahondar en esa verdad... y si los genocidas somos los humanistas... que nos fusilen, por favor.

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