20/11/01

Televisión

CESÁREO JARABO JORDÁN | Vivimos en un mundo en que la televisión es el corazón que bombea la quintaesencia de sí mismo; en un mundo en que nuestros hijos, muy a duras penas pueden ser liberados parcialmente de la droga televisiva; en un mundo que ha asesinado a Dios y lo ha sustituido por varios dioses presididos en su Olimpo por la diosa televisión.

Su palabra es la verdad indiscutible que a diario debe ser inoculada en la mente de todas las personas, y quién no pase por esa inoculación es un ser extraño que debe ser aislado.

Naturalmente, el dios televisión sabe muy exactamente qué droga dar a cada miembro de la sociedad. Así, para los más pequeños ha reservado un tipo de programación cada vez más denigrante.

De entre esa programación, y sin ánimo de dar como respetable el resto, hoy encuentro destacable un programa de dibujos animados, emitido por el Canal 33 entre las 14:30 y las 15:00.

El protagonista es un niño de 5 años a quién le encanta mostrar sus intimidades en público, viniendo a cuento o no viniendo, con una cuestión destacable por enfermiza: no tiene la mente de un niño de cinco años… O para ser más exactos… se trata de la mente de un “adulto” de los que normalmente deambulan a nuestro alrededor, embutida en el cuerpo de un niño de 5 años, donde se desatan los instintos más primarios.

Con semejante combinación se permite la realización de los actos más estrambóticos y amorales que la más retorcida de las mentes pueda llegar a imaginar.

La jugarreta se complementa con una madre histérica que constantemente golpea al niño.

Y todo, con un lenguaje facilongo y de chiste fácil, que permite el trasiego de la droga televisiva a quién cometa el error de plantarse delante de la caja tonta.

El problema es que quién normalmente se planta ante la caja tonta a esas horas es, por lo general, uno de nuestros hijos, a quién se pretende mostrar como normal las más perversas anormalidades.

Sería deseable que una institución con suficiente poder persiguiese la emisión de semejante programación, porque es muy fácil decir que apaguemos la televisión y no dejemos que nuestros hijos se envenenen (que lo hacemos), pero es mucho más fácil impedir la emisión de basura televisiva, con lo que evitarían los enfrentamientos familiares que provocan cuando los padres responsables pretendemos hacer valer nuestra autoridad frente al terrorismo cultural que nos tiene invadidos.

Pero claro, el enfrentamiento paternofilial como consecuencia de semejante basura televisiva es un resultado que quienes manejan los medios de comunicación también tienen calculado.

Y es que ahora todo lo inhumano, todo lo sucio, todo lo que es mentira, todo lo que es traición circula en libertad. Quién únicamente se encuentra constreñida es la Libertad.

La solución pasa por que las familias nos organicemos y DICTEMOS qué debe hacerse en la sociedad y qué está prohibido.

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