CESÁREO JARABO JORDÁN | Acabo de leer la noticia, naturalmente en una revista católica, en internet: “Los juguetes de Occidente se producen en condiciones de esclavitud en China”
Refieren el retrado robot del trabajador: Mujer de 17 a 25 años, trabajando 16 horas al día, cobrando 8500 ptas al mes y que por lo general, a los 25 años acaba dedicándose a la prostitución.
Es, evidentemente un método de explotación, por lo mismo inhumano y esclavista, llevado a efecto por empresas como Disney, Mattel o Mcdonald’s.
Una auténtica barbaridad que justificaría un levantamiento en armas contra situación tan incalificable.
En España, sin embargo, a los trabajadores se les obliga a estar dedicados en exclusiva a su trabajo, sin tener para nada en consideración a la familia; a las mujeres, si son casaderas o recién casadas, se mira muy mucho el emplearlas, y si quedan embarazadas tienen todos los números para no ser contratadas o ser despedidas (por supuesto basándose en cualquier otro argumento banal, como por ejemplo la finalización de un contrato temporal).
Los matrimonios, para conseguir una vivienda donde criar a los hijos, deben trabajar los dos, y naturalmente posponer, sine die, tener familia.
La prostitución, en este caso es a dos bandas, los hombres y las mujeres; prostitución de la carne, cacareada como expresión de libertad por todos los medios, y prostitución del alma y de la libertad, encadenada a horarios laborales similares (o cercanos) a los de las chicas chinas de la noticia.
Y para acabar con las tremendas semejanzas, con 8.500 Ptas., en esos lugares, se puede hacer lo que en España se puede hacer con 90.000 o 100.000,-
¿Hay alguna diferencia entre las chinas y las españolas?
Refieren el retrado robot del trabajador: Mujer de 17 a 25 años, trabajando 16 horas al día, cobrando 8500 ptas al mes y que por lo general, a los 25 años acaba dedicándose a la prostitución.
Es, evidentemente un método de explotación, por lo mismo inhumano y esclavista, llevado a efecto por empresas como Disney, Mattel o Mcdonald’s.
Una auténtica barbaridad que justificaría un levantamiento en armas contra situación tan incalificable.
En España, sin embargo, a los trabajadores se les obliga a estar dedicados en exclusiva a su trabajo, sin tener para nada en consideración a la familia; a las mujeres, si son casaderas o recién casadas, se mira muy mucho el emplearlas, y si quedan embarazadas tienen todos los números para no ser contratadas o ser despedidas (por supuesto basándose en cualquier otro argumento banal, como por ejemplo la finalización de un contrato temporal).
Los matrimonios, para conseguir una vivienda donde criar a los hijos, deben trabajar los dos, y naturalmente posponer, sine die, tener familia.
La prostitución, en este caso es a dos bandas, los hombres y las mujeres; prostitución de la carne, cacareada como expresión de libertad por todos los medios, y prostitución del alma y de la libertad, encadenada a horarios laborales similares (o cercanos) a los de las chicas chinas de la noticia.
Y para acabar con las tremendas semejanzas, con 8.500 Ptas., en esos lugares, se puede hacer lo que en España se puede hacer con 90.000 o 100.000,-
¿Hay alguna diferencia entre las chinas y las españolas?
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